* crónicas de una transeúnte
De nuevo he tenido que lidiar con la manía que tienen muchos de tocar a mi perra Sua, sin preguntar antes si pueden hacerlo. Sua jamás se mete con nadie, ni perros, ni personas, ni objetos. Por la misma razón, le molesta que le incomoden, en especial aquellos que por algún motivo no le gustan, o, simplemente, no conoce. Hoy hemos tropezado con una adolescente... Vestía uniforme escolar, y detrás de ella una mujer filipina se empeñaba en que le cogiera la merienda a la vez que hacía...
Ayer por la tarde, mientras esperaba al autobús, vi a una mujer mayor queriendo comprar un paraguas a un mantero que le atendía con una gran sonrisa. Ella tenía dos paraguas en la mano y parecía no saber por cuál decidirse... Mujer —Este de flores parece mejor que este otro de rayas. Mantero —Sí, guapísima. Mujer — Perdona, pero no oigo muy bien, majo. ¿Qué has dicho? Mantero (levantando un poco la voz) — Que sí, guapísima. Mujer —Ah, vale. Y el de flores tiene las varillas...
En la joyería. - Hola. Buenos días. - Buenos días. - Mire, estos dos anillos que llevo en la mano izquierda los llevaba en la derecha, y los cambié de mano porque el verano pasado me puse a dieta y empezaron a quedarme flojos. Entonces vine a que me los arreglaran, pero su compañera me dijo, con buen criterio, que espere y que cuando terminara de adelgazar los trajera. Y como ya he llegado al peso... - O sea, quiere achicarlos. - Bueno, sí, pero... - ¿Nombre? - ¿Cómo que nombre? Es...
Esta mañana en el parque, mientras mi perra investigaba las novedades culinarias del suelo, he recordado a Pepa, mi querida vecina que falleció recientemente y a la que yo quería casi como una hija. Siempre me contaba historias de su infancia, anécdotas de la gran ciudad a la que tuvo que emigrar desde muy jovencita, de vecinos que ya murieron, y de la familia de unos marqueses con los que trabajó durante muchos años. Una de esas fantásticas y divertidas tardes, sentadas las dos en su...
Estoy llegando a mi centro de trabajo por la mañana temprano y me cruzo con una mujer joven y un niño de siete u ocho años que mantienen una dinámica conversación. - Él era muy, muy bruto -dice el niño a la mujer. - Y claro, te lo quitó -contesta ella. - Sí, porque era listo... Pero yo soy más bruto que él. ¡Que lo sepas! -responde orgulloso. A la mujer le hizo mucha gracia. A mí... me dio que pensar. Matié.
Como siga así, las caminatas callejeras van a terminar con mi capacidad de asombro. El otro día, una mujer de mediana edad recoge las cacas de su perro con la bolsita de plástico de turno, va a una papelera que estaba colgada de una pared -dato a tener en cuenta: la papelera no lleva bolsa de basura-, descarga toda la plasta allí y se guarda la bolsita en un bolsillo después de comprobar que estaba del todo vacía. Por su forma de actuar parecía algo absolutamente normal y rutinario en...
Un día, en mi oficina, se acercaron a mi mesa dos mujeres de unos treinta años que venían con una niña de cuatro. Se sentaron frente a mí y la pequeña sobre las piernas de una de ellas. De pronto, mientras esa mujer hablaba conmigo, la niña le tiró del brazo y le dijo: ¡mami! ¡mami! La mujer, sin dejar de hablarme, se retiró parte de su camiseta, sacó un pecho y le puso a mamar. En un minuto la niña se cansó, se incorporó y se puso a dibujar con un lápiz en un papel. La madre,...
Y ésto es lo que he descubierto esta mañana en una de las verjas del Palacio de Artaza. Curioso y al mismo tiempo... Muchas lecturas podrían sacarse, de manera que ¡ahí lo dejo!
Durante mis sempiternas horas de transeúnte no siempre están activos todos los sentidos, y cuando llega la hora de transmitir sus testimonios suelo prestar más atención a lo que me ha 'contado' el oído. Sin embargo debo de reconocer que el de la vista es siempre el más generoso y dispuesto, así que ahí van algunas pequeñas muestras de su trabajo, que bien se lo merece.
Apoyado sobre una pared veo un cartel publicitario de helados Cornetto que muestra la cara sonriente de un joven tan atractivo como el 'manjar' que anuncia y un slogan: Cornetto. ¿Por qué no ahora? Dos mujeres octogenarias que pasean por delante de mí se paran a mirar el cartel y después de unos segundos observándolo entablan esta genial conversación: - ¿Por qué tenemos que llegar tú y yo siempre tarde? - No sé. ¿Por qué dices? - Mira qué preciosidad, qué sonrisa. Que te abrace...