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AQUELLA SONRISA

 

Cínica y brillante.

Así me recibió su sonrisa el día que volví a mirarle a los ojos.

Quiso que le devolviera el gesto.

No fui capaz.

Al ver el conducto que luchaba por mantener lo que mi escasa voluntad negaba, le sentí de nuevo destruyendo cada rincón de mi alma.

Traté de imitar su mueca, accediendo una vez más...

No pude.

Aquella sonrisa cínica era el brazo verdugo que, en un fingido arrepentimiento, lamentaba su nuevo fracaso.

No tuve fuerzas, y jamás volví a mirarle a los ojos.