Cerrar puertas y abrir las ventanas.
Dibujar el contorno de sueños relegados, aparcados y hasta olvidados.
Marcar mis propios tiempos y pasatiempos.
Escuchar y observar, al ritmo de cada uno de los silencios elegidos.
Caminar sin brújula, guiada sólo por esa intuición de transeúnte inquieta, insaciable de nuevos rumbos.
Emancipación deslumbrante, sabia y bohemia soberanía que hoy recibo como una página en blanco.
Espacio alimentado por lecturas de improvisados renglones.
Esta es mi jubilación, mi venturosa e intensa jubilación, y brindo por ella y por todo el tiempo del mundo que me espera.