Resumen:
A lo largo de los siglos el ser humano ha experimentado etapas en las que los cambios han significado un avance en el modo de relacionarse y construir. Y dentro de esos cambios el dolor siempre ha estado presente debido a la distinción de las clases sociales, los desajustes humanitarios y las guerras. Etapas evolutivas que se repiten dentro de un ciclo constante llamado vida. ¿Cuál será el siguiente cambio? Quizá ya estemos contribuyendo a ello. En los últimos años hemos dado un salto, inimaginable para muchos de nuestros antepasados, en tecnología. Hemos ganado en calidad de vida a comparación con nuestros abuelos. Y se nos ha abierto un campo nuevo hacia el conocimiento de las emociones. Avanzar hacia el conocimiento de uno mismo desde la educación y autoeducación puede ser el salto que nos lleve a evolucionar hacia la paz. Pues la paz externa se crea y construye desde la paz interna. Las siguientes breves reflexiones que os presento os invitan a descubrirlo.
'JULIA'. Cuento.
Cristina Romea
Desnuda frente al espejo Julia sonreía.
El brillo de sus ojos destellaba entre sus pupilas azules.
Con una sutileza exquisita, levantó el brazo derecho acercando su delicada mano hacia la cabeza. Despacio la deslizó por el cabello, deteniéndose a jugar con un tirabuzón.
Detuvo el gesto de inmediato cuando bajó su mirada hacia su pecho.
Abrió la boca a modo de asombro. ¡Cuánta belleza y juventud desprendía!
Despidiéndose de su cabello, rozó su ovalado rostro para pasar a detenerse en el hueco clavicular. Tecleando tímidos círculos acarició su esternón, atreviéndose a posar la palma de la mano en el seno izquierdo. Un cosquilleo erizó la piel de todo su cuerpo.
Mientras contenía la respiración, observando que no fuera observada, Julia se llevó la mano izquierda a su boca. Se acarició los labios; ardientes, suaves y húmedos.
Abandonando el tacto de su pecho, presionó su vientre; plano, terso, vibrante…
―¿Madre? ― La llamó dulcemente su hija.
Julia giró lentamente la cabeza para mirarla.
―¡Madre, se va a enfriar! ― Comentó mientras la tapaba con un albornoz.
Julia volvió a mirar al espejo. Elevando sus mejillas, alargó su brazo torpemente para despedirse de aquella muchacha llena de sensualidad. Poderosa feminidad.
―Vamos madre. Tiene que soplar las velas. Hoy cumple ochenta y un años…
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