Hoy, lo que en un principio está siendo un tranquilo paseo con mi compañera de camino, de pronto me encuentro peleando por adelantar a un anciano sin posibilidad alguna de conseguirlo.
El hombre va tan encorvado que su espalda está casi paralela al suelo, y apoyado en su bastón trata de avanzar con mucha dificultad. Parece no poder ni con su alma.
De pronto soy consciente de lo ridículo de mis prisas y me quedo detrás de él, caminando a su ritmo, esperando tranquilamente una oportunidad para continuar con el mío.
Al poco rato se le acerca un conocido suyo y le pregunta cómo se encuentra. El viejo contesta sin ganas algo que no llego a entender, y el conocido, que tampoco parece haberle entendido, se despide rápidamente con un protocolario y desafortunado: 'Le encuentro muy bien, Antonio'.
Entonces el viejo Antonio, socarrón, le responde: ¿Sí? Pues espero estar mejor, caballero ¡y que usted sea capaz de verlo!