Paseando con mi perra esta tarde un hombre se ha acercado para acariciarle y ella no se ha dejado.
- Lo siento -le digo- pero no le gusta que le toquen.
- ¿No? -me contesta asombrado- ¿Nadie?
- ¡Hombre, me refiero a los desconocidos!
- ¿Qué raro, no? -insiste.
- ¿Raro? ¿Por qué? A mí me pasa lo mismo.
Y allí se ha quedado, mirándome, rumiando algo que, digo yo, no me hubiera gustado escuchar.